"Risshun": la llegada de la primavera

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"Risshun": la llegada de la primavera

Risshun: la llegada de la primavera

El 4 de febrero, es el primer día de primavera según el calendario tradicional japonés. El término risshun marca el comienzo de la primavera. Risshun es un día importante para los agricultores porque todos los demás días que dividen las estaciones se basan en este día. Además, a partir del inicio del risshun, la luz del sol se vuelve más potente y, aunque las temperaturas siguen siendo bajas, en la naturaleza se puede percibir la proximidad de la primavera.

Risshun está formado por tres microestaciones:

- Del 4 al 8 de febrero es la microestación conocida como “La brisa primaveral derrite el hielo”.

- Del 9 al 13 de febrero es la microestación conocida como “Los ruiseñores anuncian la primavera”.

- Del 14 al 18 de febrero es la microestación conocida como “Los peces emergen del hielo”.

 

“La brisa primaveral derrite el hielo”

En estos días, se nota una fría e intensa brisa que anuncia la llegada de la primavera, que derrite poco a poco el hielo formado durante el invierno en lugares como ríos, arroyos, bosques y montañas.

La brisa primaveral, en japonés “harukaze”, es el viento que sopla estos días en Japón y, aunque todavía frío, derrite las zonas de la naturaleza que han estado congeladas durante el invierno.

Este viento, que literalmente es “el viento del este” y es conocido como “kochi”, se debe a que el kanji usado es el exportado del calendario chino, en el que tradicionalmente el viento del este era el que anunciaba la llegada de la primavera, de acuerdo con la filosofía del ying-yang y se creía que era un acontecimiento climático que llegaba de oriente.

Este fenómeno ocurre cuando un sistema de baja presión que se acerca a Japón desde el oeste choca con la presión alta del viento que sopla desde el este. Esto suele generar además las primeras lluvias y tormentas de la primavera, que llegaban a ser muy peligrosas para los pescadores de las costas del sur que iniciaban la temporada de pesca.

Aun así, en Japón, este 4 de febrero se consideraba el día más afortunado del año, ya que era el día que marcaba la supervivencia al largo y duro invierno y daba esperanza para un nuevo año de cosechas y alimento, además del reinicio de la vida en la naturaleza.

La brisa primaveral ya aparecía en uno de los poemas waka más famosos de la antigüedad, el compuesto por el erudito y poeta del inicio del Periodo Heian, Sugawara no Michizane (845- 903) cuando, por una serie de conflictos políticos, tuvo que abandonar su hogar y familia y vivir en el exilio el resto de su vida:


«Cuando sopla el viento del este
Déjale enviar tu fragancia
Oh, ciruelos en flor,
Aunque tu maestro ya no esté
No olvides la primavera».

En el ukiyo de esta estación, una estampa de Utagawa Kunisada llamada como la estación “Cuando el viento del este derrite el hielo”, ya que hizo una serie completa de estas microestaciones “72 estaciones”, con bellas mujeres que representan el nombre de cada estación.

 

Los ruiseñores anuncian la primavera”

En estos días, el “cetia japones” o ruiseñor bastardo japonés, llamado “uguisu”, empieza su canto en los árboles de ciruelo que están a punto de florecer. De esta manera, anuncian la llegada de la primavera.

Estas pequeñas aves paseriformes habitan en el este y suroeste de Asia, así como en todo Japón y forman parte de “los tres pájaros cantores japoneses”, junto con el petirrojo y el papamoscas azul.

El primer día de canto de los ruiseñores (“uguisu no shomeibi”, cuya onomatopeya es “hohokekyo”) era usado por la Agencia Meteorológica de Japón para denominar el “día del canto del uguisu”, un indicador del inicio de la primavera. A este primer canto del año que puede ser oído se le llama “hatsune”.

Los ruiseñores se posan, en el inicio de la primavera, en los ciruelos que están a punto de florecer, para alimentarse de insectos, orugas y del néctar de las flores de este árbol.

Esta típica estampa del inicio de la primavera en Japón, conocida como “Ume ni uguisu”, traducida como “ruiseñor y ciruelo”, es una expresión japonesa que se usa como metáfora de dos cosas que encajan perfectamente, que generan una armonía juntas.

En la antigüedad, el famoso “hanami”, era referido a la contemplación de los ciruelos en flor y en la actualidad aún existen varios lugares en Japón para su disfrute, aunque está más asociado a un disfrute íntimo y personal frente a las abarrotadas fiestas del “hanami” de los cerezos.

Como curiosidad, las heces producidas por estas aves, que pueden ser encontradas en los ciruelos y sus alrededores, contienen una enzima especial, usada como ingrediente blanqueador desde la antigüedad. Estas heces se aplicaban como limpiador facial porque eliminan la suciedad, la grasa acumulada y la oscuridad de la piel, haciéndola más blanca. Eran usadas por actores de kabuki y geishas después de quitarse el típico maquillaje blanco de la cara para evitar quemaduras en la piel.

En el ukiyo de esta estación, una de las muchas estampas de Hiroshige que pintó el “Ume ni uguisu”, la armonía representada en el ruiseñor japonés y el ciruelo en flor.

 

“Los peces emergen del hielo”

Del 14 al 18 de febrero es la microestación conocida como “Los peces emergen del hielo”.

En estos días, el hielo de los ríos y lagos que han estado congelados durante el invierno se rompen y pueden verse los primeros peces saltando por ellos.

Los peces, en japonés “sakana”, empiezan a aparecer en esta época a medida que se van descongelado los ríos y lagos de las montañas en las regiones más frías. Comienza así una de las épocas más importantes del año, la temporada de pesca en las zonas de interior.

Hay distintas palabras para diferenciar los tipos de hielo en estos lugares, como “hakuhyou”, el hielo fino que se va creando por la prolongada exposición al sol de las zonas heladas o “ukigōri”, los pequeños trozos de hielo flotando sobre la superficie del agua resultantes de este descongelamiento.

Este último, “ukigōri”, era además era usado como patrón, llamado “hiware”, o grieta de hielo. Este patrón tradicional japonés, hecho a base de formas geométricas era muy usado en la antigüedad para carpintería, artesanía o kimonos. Simbolizaba la transparencia y la limpieza, por lo que se hizo muy popular entre los samuráis. A menudo, se combinaba este patrón de grietas de hielo con flores de ciruelo, como si fuera un paisaje clásico de estos días en los que la primavera va haciéndose paso con la floración a la vez que se agrieta el hielo del invierno.

En esta época también se usa la expresión “sankan-shion”, que se traduc como "tres días de frio, cuatro de calor", como fenómeno meteorológico que anticipa la paulatina llegada de la primavera.

Otras palabras como “harunokōri” (hielo de primavera) o “nokurokōri” (restos helados) son otros ejemplos de la relación de estas últimas heladas con la incipiente primavera.

En esta época se inicia el llamado “Keiryuzuri”, la pesca en los ríos y arroyos de montaña, en los que se pescan los primeros ejemplares de varias especies de peces, como el wakasagi, el iwana, el yamame o el amago.  

El wakasagi o eperlano japonés es un pez típico de regiones del norte de Japón como Hokkaido y Tohoku, y es famosa la “pesca wakasagi”, que se realiza perforando un agujero en la superficie de los lagos y se mete un hilo por el pequeño hueco. Los pequeños y plateados wakasagi, que miden unos 10 centímetros, salen saltando del hielo por el agujero y suelen comerse despues fritos o hechos en tempura.

El “iwana”, también conocido como “el pez de la primavera”, es llamado así por ser los peces que salen en estos días anunciando la primavera y tiene varias subespecies endémicas de Japón. Es un pescado muy usado en pesca deportiva, tanto en Japón como en el resto del mundo. En Japón es cocinado comúnmente a la parrilla, pero también es consumido recién pescado, servido en sashimi.

El “yamame”, también es llamado “la reina de los arroyos de montaña”, por su belleza, es un tipo de trucha que puede medir alcanzar hasta los 70 cm y habita en las partes más altas de los ríos. Se distribuye por todo Japón, desde Hokkaido hasta Kyushu, y es también usado como en la pesca recreativa, aunque es más famosa por sus “huevas doradas de yamame”, un alimento muy típico en los mercados y lonjas, por su gran tamaño y su llamativo color dorado.

Por último, el “amago”, llamado pez de las lluvias, llamado así porque su época principal de pesca es en las temporadas de lluvias o a inicios de verano, es un pez muy similar al yamame, considerada una subespecie del yamame, con la diferencia de la presencia de unas manchas rojas características de esta especie. Es uno de los peces oficiales de la prefectura de Nara, junto con el ayu y los peces dorados.

Una antigua leyenda china, recogida en el libro chino "Nijūshi-kō”, una recopilación de 24 historias de piedad filial cuenta que un joven llamado Oshō acudió a un rio helado en esta época a intentar pescar el pescado favorito a su madrastra. A pesar de que ella no se portaba bien con él, decidió intentar conseguirlo para complacerla y mejorar su relación. Como el río estaba completamente helado, Oshō se quitó la ropa y se tumbó encima del rio helado para que, aprovechando la temperatura corporal, derritiera un poco el hielo y poder pescar a través del agujero derretido.

Se dice que, desde entonces, cada invierno, aparece la forma del joven Oshō sobre el hielo de ese río. Este libro de historias de piedad filial se hizo muy popular en el periodo Edo en Japón e incluso Utagawa Kuniyoshi le dedicó una serie de ukiyo-e, cuyo capítulo de Oshō corresponde el ukiyo de esta estación.

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