Brotan los primeros juncos
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En estos días, en las orillas de humedales como ríos, lagos o pantanos, que comienzan a llenarse por la temporada de lluvias primaverales, empiezan a brotar los primeros juncos, unas plantas perennes con tallo hueco que pueden crecer hasta unos tres metros de altura a lo largo de grandes superficies del campo.
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Este crecimiento en solitario de amplias zonas de juncos se debe a que la planta produce un ácido que repele el crecimiento a su alrededor de otras especies, lo que ayuda a crear grandes cañaverales donde pueden vivir y ocultarse algunas especies de aves, caracoles y cangrejos.
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En la antigüedad, en Japón, muchos de estos cañaverales rodeados de agua, eran sustituidos por zonas de cultivo masivo de arrozales, y cuando estos se abandonaban, eran vueltos a replantar por juncos para aprovechar todos sus usos.
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Entre ellos, su tallo se usaba para hacer paneles o persianas, llamadas “yoshizu”, techos de casas antiguas, flautas de caña, aprovechando su cavidad hueca, o como medicina tradicional por sus propiedades diuréticas y antiinflamatorias.
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Los juncos, en Japón, tienen un simbolismo muy importante de perseverancia y resistencia ante las adversidades, debido a que son plantas que aguantan fuertes vientos, incluso pueden llegar a permanecer completamente en el suelo doblado sin que su tallo se rompa para volver de nuevo a su posición.
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En japonés antiguo, los juncos se llaman “ashi”, pero su nombre fue cambiado a “yoshi”, debido a que la conjunción de los kanjis chinos que formaban el nombre daban mala suerte y se cambió para que significaran algo bueno y auspicioso.
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En la época Edo, el famoso barrio de Tokio de Yoshiwara, que se traduce como “prado de la buena suerte”, significa también cañaveral y pudo ser una alegoría al uso por parte de personas y animales para esconderse entre los cañaverales.
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En el ukiyo de hoy, una estampa de Hiroshige, donde se aprecia a unos hombres en balsas y una garza blanca saliendo de su escondite entre grandes juncos a lo largo del río Sagami.
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