Los siete dioses de la fortuna (七福人)

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Los siete dioses de la fortuna (七福人)

Los siete dioses de la fortuna: Kotobuki, Fukurokuju, Benzaitén, Bishamoten, Ebisu, Daikokuten y Nunobukuro.

En la cultura tradicional japonesa hay cientos de dioses. Algunos proceden de la tradición sintoísta y otros fueron adoptados con la llegada del budismo. Siete de estas deidades, conocidas como los siete dioses de la fortuna o “shichifukujin”, son muy veneradas por los japoneses.

Parece que el origen de los siete dioses de la fortuna está en Kioto a finales de la era Muromachi, hacia el siglo XV. En esta época, los conflictos civiles entre los distintos territorios en Japón que se remontaban a épocas lejanas continuaban y las creencias religiosas estaban muy extendidas. Además, en estos momentos es cuando se empieza a desarrollar el comercio y, por lo tanto, el afán individual de desear y buscar ganancias.

Es en este contexto la figura del dios de la buena fortuna ganó popularidad. La recopilación de varios dioses muy venerados en ese momento formaron la unidad de dioses tal y como la conocemos hoy en día conocida como los siete dioses de la fortuna o “shichifukujin”.

Por otra parte, la tradicional imagen de los siete dioses subidos a un barco cargado de arroz y de elementos tradicionales del folclore japonés se extendió durante el periodo Edo cuando Ieyasu Tokugawa hizo que un pintor de la escuela de Kano los representara así. Se dice que era una representación de los obsequios imperiales a los cortesanos de alto rango en las celebraciones del Año Nuevo.

Grabado ukiyo-e “Los siete dioses de la fortuna”, realizado por Tsukioka Yoshitoshi (1839-1892).

también conocida como Ben Cai Tian y Ben Tian, es la única diosa femenina de las siete deidades. Procede del hinduísmo. Es la representación de Sarasvati, la diosa más adorada en la India antigua como dedidad de los ríos y la fertilidad. Fue la primera diosa en aparecer en el budismo, aunque rápidamente gozó de muchos devotos en Japón.

Benzaitén, también conocida como Ben Cai Tian y Ben Tian, es la única diosa femenina de las siete deidades. Procede del hinduísmo. Es la representación de Sarasvati, la diosa más adorada en la India antigua como dedidad de los ríos y la fertilidad. Fue la primera diosa en aparecer en el budismo, aunque rápidamente gozó de muchos devotos en Japón.

Se la representa como una doncella celestial que lleva un abrigo de plumas y toca un biwa (instrumento tradicional japonés)Es la diosa de la música, del saber y de la fortuna. Da suerte a quienes aspiran a convertirse en artistas y animadores.

En la isla de Enoshima, que pertenece a la ciudad de Fujisawa (prefectura de Kanagawa) está el principal santuario dedicado a Benzaitén. Según la leyenda, la isla surgió de las aguas por obra de la diosa en el siglo VI.

 

Ebisu (恵比寿)

A Ebisu se le conoce también como Ebisu-Wuyi y es la deidad consagrada a la prosperidad material y a la fertilidad. De los siete dioses de la fortuna, Ebisu es la única deidad originaria de Japón. De hecho, se dice que es descendiente de los míticos Izanami e Izanagi.

Originalmente, Ebisu era el patrón del mar y era adorado por los pescadores. Con el desarrollo del comercio marítimo, evolucionó hasta convertirse en el dios del comercio y también fue considerado como el dios de la riqueza. Se le suele representar con una caña de pescar en la mano izquierda, un besugo en la mano derecha y un sombrero negro.

Como nota curiosa sobre la popularidad de Ebisu, existe en Tokio una estación que lleva su nombre y una marca de cerveza local también presume del dios japonés de la fortuna.

En la ciudad de Maoka (prefectura de Tochigi) se encuentra el santuario de Omae consagrado a Ebisu y a Daikoku, de los que se dice que conceden deseos de buena suerte. Este santuario tiene una historia de más de mil quinientos años y destaca el torii que se remonta al periodo Edo y del que se dice que es el más grande que existe en la prefectura de Tochigi.

 

Daikokuten (大黒天)

Daikokuten es el dios de la buena suerte y la prosperidad de los descendientes. Procede del hinduismo, conocido como mahakala, pues es una encarnación del propio Shiva, el dios de la imaginación y la destrucción en la India. En sanscrito, "maha" significa "grande" y "carla" significa "negro" y por esta razón también se le conoce como “gran cielo negro”.

 A menudo se representa a Daikokuten como una persona montada en una bolsa de arroz, con un mazo con forma de martillo y una bolsa grande en las manos. Se introdujo en Japón después de incorporarse al budismo donde tuvo una rápida asimilación por su parecido con el kami sintoista Okuninushi no Kami. En algunas leyendas, se presenta a Daikokuten como el padre de Ebisu.

Además del santuario de Omae, en el santuaio de Ojin (Nara) se encuentra una estatua de Daikokuten, y en el santuario Kanda (Tokio) se celebra el festival Daikokuten donde se realizan bailes ceremoniales dedicados a este dios.

 

Fukurokuju (福禄寿)

Fukurokuju es el dios de la longevidad y la prosperidad. Se le representa como un anciano de larga barba blanca, vestido con una túnica al estilo chino y con un bastón o rollo en la mano. Suele ir acompañado de ciervos, tortugas y grullas, que simblizan la longevidad.

Fukurokuju es de procedencia taoísta. Se dice que es la unión de las estrellas Fu, Lu y Shou.

En Kioto se encuentra el templo zen de Akayama que, al igual que el templo Xinxinji en Tokio, están consagrados a Fu, Lu y Shou y que prometen prosperidad a sus creyentes.

 

Kotobuki (寿老人)

También conocido como Jurōjin, Kotibuki es el dios de la longevidad y de la curación de diversas enfermedades.

Se le suele representar como un anciano, del que se dice que le gusta el sake, que lleva una calabaza que contiene elixires inmortales y va acompañado de un ciervo, símbolo de longevidad y armonía con la naturaleza. En su mano, sostiene un melocotón, que también es un símbolo de longevidad.

Kotobuki proviene de la tradición taoista y se dice que es una encarnación de la estrella antártica y, a veces, se le considera el mismo dios que Fukurokuju. Incluso en ocasiones en la representación de los siete dioses de la fortuna se le sustituye por incienso.

Si bien las representaciones de Kotobuki se consideran auspiciosas, parece que nunca desarrolló seguidores independientes de los otros seis dioses de la fortuna.

 

Hotei (補訂)

Nunobukuro o Hotei es el dios de la felicidad. A menudo se le representa como un monje con una bolsa grande, vestido con un kimono y con barriga de tambor.

Según la tradición, Nunobukuro es la reencarnación del sacerdote zen Kaishi, que vivió a finales de la dinastía Tang de China. Se dice que Kaishi vivió una vida errante cargado con su gran bolsa de tela donde no faltaban la comida y los regalos.

En Hotei (Sapporo) hay un santuario en las montañas consagrado a Nunobukuro y en el salón Tennoji del templo Manfuku, en Kioto, existe una gran estatua que lo repesenta.

 

Bishamonten (毘沙門天)

Bishamonten, conocido también como Tamonten, Vaiśravaṇa o Jambhala, es un dios de la fortuna que protege del mal. A menudo se le representa usando una armadura, con una lanza de tres puntas en la mano derecha y una torre del tesoro en la mano izquierda.

Bishamoten procede del dios hindú Kubera, que vive en las montañas del Himalaya y protege el norte de la India. Aunque se le consideraba un dios maligno, con el tiempo se convirtió en el dios que protege la propiedad. Cuando se introdujo en el budismo, Bishamoten se convirtió en guardián de la ley budista.

En Kioto se puede visitar el templo Bishamon-do donde se encuentra la estatua de Bishamote, de la que se dice que fue tallada por Saicho, el fundador del budismo Teidai.

Los siete dioses de la fortuna y el barco del tesoro

Representación del periodo Edo de los siete dioses de la fortuna en el barco del tesoro que proviene de los confines del mar.

Los antiguos japoneses tenían la creencia de que la felicidad procede de los confines del mar. Según el Kojiki, el libro de los hechos antiguos de Japón, el País Eterno es la residencia de los dioses y se ubica al final del mar. El propio Kojiki relata una leyenda en la que un sacerdote fue al otro lado del mar en un barco después de dar el control de la tierra a los antepasados de la familia imperial. El sacerdote se convirtió en el propio dios Ebisu, que más tarde pasará a formar parte de este grupo de dioses de la fortuna.

 A los siete dioses de la fortuna se les relaciona también con el Año Nuevo. Según una leyenda conocida como Takarabune (宝船), durante los tres primeros días del año, los dioses desembarcan en los puertos para repartir fortuna. En las representaciones de los dioses en el barco, se les ve cargados con fanegas de arroz y tesoros del folclore japonés. Las pinturas suelen incluir además un poema especial y auspicioso que se lee igual del derecho que del revés.

En la vela del barco, a menudo se representa un baku, un animal imaginario chino que se cree que devora (es decir, previene) las pesadillas. También se representan grullas y tortugas auspiciosas en el cielo y el mar. En el periodo Edo se extendió la costumbre de colocar imágenes de los siete dioses de la fortuna en el barco debajo de la almohada en la segunda noche de Año Nuevo para inducir sueños auspiciosos y buena fortuna en el año. En caso de un mal sueño, una costumbre era dejar el cuadro a la deriva en el río o el mar para evitar la mala suerte. Los vendedores ambulantes vendieron en las calles grabados sencillos y sin color de los barcos del tesoro desde principios del S. XVIII hasta mediados de la era Meiji.

Otra tradición que se desarrolló durante esta época y que se mantiene hasta nuestros días es que, durante la primera semana del Año Nuevo, los creyentes visitan los templos y santuarios de los siete dioses para rogarles por el bienestar y la prosperidad durante el año.

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